El sol ya no es la estrella eterna e inmutable que todos han conocido: la ciencia ha demostrado que en el año 3620 iniciará un leve proceso de tipo nova, que acabará con la vida en el sistema solar. Durante siglos, la humanidad ha intentado desesperadamente salvar su propia existencia enviando misiones a los planetas habitables más cercanos. Entre esos planetas se encuentra Thalassa, un mundo acuático en el que solo tres islas volcánicas se encuentran por encima del nivel del mar; pese a la amenaza de Krakan, el gran volcán, los thalassanos han logrado formar una comunidad estable y equilibrada.
Mientras tanto, en la Tierra, a solo ciento cincuenta años del apocalipsis, han descubierto al fin el secreto de las enormes e inagotables fuentes de energía del universo. Tres años antes del fin parte la
Magallanes,
la primera y última nave espacial terrestre que utiliza esa tecnología. El destino de la
Magallanes,
su tripulación y el millón de seres humanos que transportan en hibernación es el primigenio planeta Sagan Dos; sin embargo, debido a que el escudo de hielo que protege la nave de la radiación se ha deteriorado muy rápidamente, hacen una escala en Thalassa para reponerlo.
A partir de ahí, los tripulantes de la Magallanes se enfrentan a un gran dilema: ¿deben seguir con el viaje, ahora que han descubierto que su objetivo se ha cumplido ya en Thalassa?
CÁNTICOS DE LA LEJANA TIERRA
hace verdadero honor a la sonoridad de su título. Realmente es una historia a medio camino entre la nostalgia de un pasado que ya no podrá ser recuperado y un futuro que aún está por labrar. Los tripulantes de la Magallanes son la expresión de esta lucha entre la añoranza y la esperanza, en especial cuando descubren en Thalassa un trozo de lo que han dejado atrás.
La novela se inscribe en el más puro estilo de Arthur C. Clarke, el mismo que ha dado títulos tan memorables. Destaca además la linealidad y lo completo del argumento, aun sin ser su fuerte, ya que en otras ocasiones caía en una cierta asincronía. En esta ocasión no avanza por caminos atrevidos o arriesgados, ni lanza sus propuestas con ambición. Aunque ello le resta bastante empuje (lo que los americanos llaman
punch),
también es cierto que hubiera sido incoherente con ese sentido de nostalgia tan poco usual dentro de la ciencia ficción, siempre impregnada de un carácter aventurero.
La mejor palabra que en definitiva se me ocurre para definir
CÁNTICOS DE LA LEJANA TIERRA
es entrañable: una historia inevitablemente agradable de leer.
Francisco Ontanaya